ROCKY CRIOLLO MURIÓ EN EL OLVIDO, PERO FUE CAMPEÓN
Me enteré al día siguiente de su muerte, lo habían encontrado en su domicilio, ubicado en las calles Sucre y Guayaquil, en el barrio del panecillo, en el centro de Quito, acostado en su cama, helado y sin respiración, había fallecido por un infarto cardíaco, comenta Daniel Guanín, boxeador y amigo íntimo de Jaime Ernesto Valladares Egas, quien falleció el 21 de Enero del 2003. Recuerdo mucho al “Chico de Oro” Balladares, su popularidad creció en el mundo del boxeo ecuatoriano, cuando en cinco asaltos noqueó al toleño Eugenio Espinoza en 1964 y dejó en la lona a más de 60 contrincantes. Él era el rey del espectáculo boxístico, salía en hombros del pueblo en el coliseo Julio César hidalgo desde la década de 1960, dice Guanín en el instante en que aprieta con firmeza unos guantes de box color rojo, color favorito del chico de Oro.
Ese chico tenía cabeza de metal, esquivaba con una velocidad sorprendente los golpes y tenía un puñetazo con la izquierda, que sin dudar alguna noqueaba a sus oponentes en cuatro o cinco asaltos, no duraban más, así lo recuerda Marco Jurado, ex pugilista pichinchano y uno de los contrincantes que no duró ni 3 asaltos con Valladares. En el registro de ex glorias del deporte que la concentración Deportiva de Pichincha tiene en sus archivos, consta que el Chico de oro en el año de 1966 llegó a ser campeón de peso pesado de Ecuador.
Luise Schmidt, neurólogo, afirma que la enfermad que todo boxeador sufre es la del mal de Alzheimer, esta consiste en la acumulación en el cerebro de una maraña fibrosa de un tipo particular de cuerpos químicos anormales llamados proteínas "tau". En el mundo de la medicina deportiva se la conoce como Síndrome de los boxeadores.
Las mujeres no le faltaban a Ernestito Balladares, aunque su aspecto físico no era el mejor, tenía la nariz chata, las cejas empobladas, sabía conquistar a las chicas quiteñas de aquel entonces con sus frases espectaculares antes de entrar al cuadrilátero, “Soy el más grande, soy el más bello, soy el más rápido, nadie me puede vencer”, así lo recuerda Guanín.
Contrajo nupcias con Claudia Mosquera en el año de 1969, con quien tuvo dos hijas, se divorció en el año de 1981, así consta en la hoja de vida de Balladares que tiene la concentración deportiva de pichincha como constatación de datos para la apelación de un saldo vitalicio de 300 dólares que Valladares luchó los últimos años de su vida, y que pudo lograrlo seis meses antes de su muerte, como remuneración a su entrega por el deporte nacional. Casi nadie recuerda la hazaña de Jaimito Valladares, comenta Marco Jurado. Chico de Oro partió para Tokio-Japón en 1967, a pelear en un torneo internacional de box, enfrentó al campeón japonés Hiroshi Kobayashi, perdió la pelea, aunque nunca la vi, el me dijo que le habían robado la pelea, y yo le creí dice Jurado, pues su habilidad boxística era increíble.
Soledad y falta de dinero sufrió Jaime Balladares los últimos años de su vida, su momento de gloria se acabó, su esposa e hijas lo abandonaron. Duele tanto la realidad de un boxeador, cuando nunca más se vuelve a ser el rey del cuadrilátero, sus éxitos para el gobierno y más aún para el Ministerio de Deporte no importan, Jaimito fue una muestra de ello, la suerte le sonrió los últimos dos años de su vida, entrenaba a jóvenes boxeadores en gimnasios de amigos, comenta Guanín en el instante en que recuerda la madrugada del 24 de Enero del 2003, cuando recibió una llamada telefónica de un amigo personal, avisándole que Chico de Oro había fallecido un día antes, su cuerpo se veló en el teatro Quitumbe, ubicado en San Roque, lugar donde creció personalmente y boxísticamente Valladares, quizás ese fue el único reconocimiento que Chico de Oro logró concretar, lástima que fue de muerto.
Edward Cacioppo, psicólogo, dice que la soledad se origina por la depresión, por las angustias, por los malos recuerdos, por la falta de comunicación con amigos, y con familiares, síntoma que Balladares presentaba, puesto que murió sin ningún familiar que se apiade de él. Daniel Guanín recuerda que el día de su velación y de su entierro, ningún familiar estuvo presente, solamente amigos y ex glorias del boxeo pichinchano.
Mauricio Garcés, ingeniero civil y administrador del cementerio San Diego en Quito, afirma que el nicho 176, pabellón primera de adultos, lugar donde reposa el cuerpo de Jaime Balladares, es una adquisición de la concentración deportiva de pichincha. En el año 2003 su costo era de 902 dólares, en la actualidad tiene un costo de 1377 dólares. La lápida que se encuentra en el nicho de Balladares, igualmente fue un gasto de la concentración, tiene un costo de 86 dólares.
El registro oficial del Deporte ecuatoriano, dice en el artículo 87 sobre los deberes que el ministerio conjuntamente con el estado debe realizar para poder velar por el cumplimiento de los derechos de sus deportistas en entrenamientos y competencias deportivas en lo relacionado a remuneraciones por su entrega al deporte en cualquier categoría, remunerándolos económicamente dependiendo del factor social en el que viva el ex deportista. Chico de Oro pasó de ser una gloria del deporte nacional, a un ser olvidado. La pelea de su vida continuó hasta el último de sus días. Su tumba no tiene una flor de recuerdos, sin placas de oro en su lápida, sin nadie que en la actualidad lo lloré, pero murió siendo un campeón con alma de gladiador.